terça-feira, 28 de abril de 2020

La seriedad del asunto

Empecemos por asentar las bases. El Coronavirus SARS-Cov-2 existe, produce una enfermedad respiratoria grave,  potencialmente mortal, y no parece haber sido producto de un laboratorio. Aunado a eso, también parece que los comunicados gubernamentales (de casi todos los gobiernos) han sido tolerablemente precisos en cuanto a las cifras de casos confirmados y muertos, y también la información oficial ha sido medianamente precisa en cuanto a otras situaciones de riesgo como comorbidades y demás. 

Nada de lo anterior  implica que debamos confiar ciegamente en las instituciones gubernamentales. El escepticismo y el juicio crítico son un ejercicio difícil, y aun con los datos más finos y veraces podemos equivocarnos. No puedo dejar de sentir que varios gobiernos, si no es que todos, han tomado en provecho la crísis para aumentar ciertas medidas de corte totalitario. Aun más, muchas sociedades han mostrado querer tener más medidas de ese estilo. El miedo a morir enfermo de forma repentina pero avisada parece ser un miedo muy particular, el tipo de miedo que se siente como una aterrorradora inseguridad, el miedo que nos hace sacrificar nuestros derechos humanos en pos de algo que parece ser una forma de seguridad. Esto siempre ha sido una mala inversión, como demuestra la historia del siglo XX. 

Hay una retorica especialmente molesta, y es la retórica bélica. Se que en España, Francia, e Italia los números de muertos son espantosos, y es entendible que haya reacciones de miedo. El presidente Macron ha abrazado un discurso bélico militar que tiene resonancias incómodas. El caracterizar la pandemia como una guerra exalta sentimientos violentos dificiles de encauzar. Enfrentar una pandemia de origen viral no es enfrentar a un enemigo en el campo de batalla, por mucho que la metáfora nos haga sentir "valientes guerreros". Las pasiones que hacen a un buen soldado, duro y eficiente, y también a una nación aguerrida para enfrentar una situación de violencia armada no son precisamente las pasiones que ayuden a lidiar con una situación como la que estamos viviendo. De hecho se requiere una capacidad de solidaridad empática y serena para sostener los encierros y aislamientos, y más aun para tolerar la crisis que se vendrá a posteriorí. La voz bélica en cambio exalta la diferencia entre el "nosotros" y "ellos", hace de las inconformidades o críticas actos de traición. Desperdicia recursos y jugadas de poder poco útiles, como el cierre de fronteras. ¿De que sirve eso después de que el virus ya tenía un pie firme en las poblaciones locales? La Europa hiperconectada e hipermóvil de esta era capitalista no podía detener un virus de transmisión aérea. Igualmente EUA no hace nada útil cerrando la migración: Nueva York está totalmente tomada por el virus y es probable que ya esté en todas las grandes conglomeraciones urbanas de todo el planeta. 

La gran mayoría de los gobiernos mundiales actua como aliados a veces, a veces como meros sirvientes, de los poderes fácticos, que son los grandes capitales y transnacionales con el credo de la ganancia por encima de todo ( el Narco es sólo una más de esas transnacionales ).  Estos gobiernos cantan las maravillas de la globalización. Claro está, esta globalización es la movilización irrestricta e irregular de los grandes capitales y de productos, no de humanos que buscan refugio o  bienestar. Al virus le bastó la movilidad de unos pocos, por privilegio o necesidad, para demostrar que el mundo está realmente globalizado. Estamos todos juntos en esto, nos guste o no. Al virus las fronteras no le hacen nada, asimismo no parece distinguir entre tipos humanos o derechos de nacionalidad. La Muerte, por otra parte, si parece tener una preferencia por gobiernos mas tontos, sociedades más incultas, y capas económicas más desiguales. 

Tomas Pueyo, ingeniero, brincó a la fama (muy merecida) por un par de excelentes artículos  sobre el efecto benéfico del distanciamiento social. Pueyo pasó de dar consultorías sobre ingenieria computacional a asesorar gobiernos en sus acciones contra la pandemia. Sus análisis son rigurosos y sus consejos benignos, a mi me conquistaron al momento. Sin embargo, tal vez por deformación profesional, parece poco consciente de la forma de la implementación real de la distancia social. Exagero, no parece inconsciente, pero no lo hace central. El primer artículo, parece digerirse a cada lector individualmente, apelando a nuestra responsabilidad y empatía, el segundo esta mucho más dirigido a los gobiernos, y habla críticamente de las medidas fuertes tomadas por China y también del riguroso seguimiento digital de  Corea y Japón. El sabe que las medidas que propone son duras, por eso les llama " El Martillo". Creo que subestima mucho su costo a posteridad.

María Galindo y Charles Eisenstein hacen críticas adecuadas al enfoque de las medidas estatales fuertes sobre el contacto social. Galindo se enfoca en la imposibilidad de pedirle a la gente que vive en economías latinoamericanas recluirse y trabajar desde sus casas, una imposibilidad total, dado que somos paises productores de artículos y bienes manuales y de agricultura poco industrializada.  Sin apoyar su conclusión (abrazar la pandemia y aceptar sus riesgos y los remedios tradicionales ) concuerdo con ella en que nuestra solución no puede ni debe ser como la de China o la de Francia. Por otro lado, Eisenstein se centra mucho en el tufo totalitario que tienen las medidas. Son perfectas para un régimen totalitario de cualquier corte: prohibición de reunirse, prohibición de libre tránsito, arrestro domiciliario fáctico, seguimiento policial digital de tus contactos, control de comercios, auscencia total de actividades culturales, etc etc. En una pandemia que se transmite por vía respiratoría, tiene sentido. Desgraciadamente, dado el último siglo de historia, ¿podemos acaso confiar en nuestros gobiernos para otorgarles ese poders sobre nuestras actividades sociales? El miedo a la enfermedad es una oportunidad única para los facistas o stalinistas para actuar con nula resistencia. 

La cuestión más atemorizante es saber que mucha gente abraza de forma natural estos despliegues de "gobierno fuerte", o los desea. La retórica belicosa exacerba esos sentimientos. Se han observado en España gente que le grita desde su ventana a los transeúntes: "Ojalá te mueras tu y tu familia", o cosas similares. Citando a la Guerra de las Galaxias, el miedo lleva al odio, y el odio al lado oscuro. Auténticos fachos de balcón al parecer.  

Aquí en México lo congruente parece ser la reacción por incongruencia. Gente cercana de ideología de derechas mantiene la extraña postura de que el gobierno pseudo izquierdista del Peje es represivo y totalitario, y simultaneamente exigen medidas mas fuertes para el confinamiento y la separación.  Esta absurda postura me parece benéfica: muestra una flexibilidad de pensamiento que permea varias capas sociales. Una gran parte de la sociedad desconfía saludablemente del gobierno, aunque tal vez nos gustaría ver algo de fuerza en las instituciones. No la fuerza de reprimir, sino la de actuar. Me parece que la actuación de Hugo Lopez Gatell ha sido en general adecuada, con los magros recursos que cuenta este pais. Décadas de desmantelamiento a la Ciencia, a la Educación, a la Salud Pública, a los Humanismos, hacen que, aunque contáramos con los mejores epidemiologos, virólogos y dateros del Mundo, dificilmente podríamos lograr mucho más de lo que hemos hecho. Asimismo me parece que la sociedad mexicana ha actuado con toda la responsabilidad que puede. Aquellos que pueden recluirse lo han hecho. Los que no, han sido mucho mas serios con sus hábitos de limpieza y contacto social. Pero es cierto que hay una gran ignorancia, un fuerte valeverguismo, y muchísima falta de criterio también. Pasamos desde el negacionismo observado en Ciudad Neza hasta el pánico más estúpido imaginable en los ataques y agresiones a enfermeros. Una vez más, exaltar las pasiones violentas es anti-útil. Requerimos serenidad y paciencia, empatía y criterio. Es cierto que siempre habrá gente desquiciada, pero las sociedades con mayores grados de educación y oportunidades mas parejas no muestran estos fenómenos con esa frecuencia. La anti educación y la desigualdad social nos hacen agresivos a todos, tanto al pobre que sufre como al rico que defiende sus privilegios.  Aun así, los casos han sido aislados, aunque tristemente develadores.

Los datos de esta pandemia son ruidosos. Esto no significa que sean totalmente errados o que no les podamos exprimir algunas conclusiones. Paises Europeos, nominalmente primermundistas, han visto colapsar su sistema hospitalario, desmantelados por décadas de neoliberalismo y tecnocracia. EUA, el autoproclamado lider del Mundo, quedo desarmado, pues siempre lo estuvo, su sistema de salud público es tan malo que el de México parece bueno en comparación. El número de muertos no es fácil de callar, ni de maquillar, ni siquiera de justificar. Hay buenos argumentos actuariales para confiar en los muertos como un indicador de la gravedad del asunto. Aunque no sea preciso, no parece poder fallar por un orden de magnitud. La continuación de las Reaganomics y la mano invisible del mercado parecen no  poder proteger a la población de un virus respiratorio. EUA puede concentrar la gran mayoría de capital del Planeta, tener un poder bélico insuperable, e incluso un sistema de incentivación de la genialidad muy benigno. Frente al nCovid19 está tan perdido como cualquier sociedad hambreada de la Tierra. La historia esta llevando a cabo sus experimentos paralelos sin control, podremos ver que medidas y que sociedades son resilientes y benéficas, cuales son eficientes aunque brutales, y, cuales, tristemente, serán inútiles o tardías. 

Yo aun soy optimisa. Tanto Galindo como Eisenstein creen que estamos en una disyuntiva entre el totalitarismo disfrazado o descarado, y una renovación, la Coronación, dijo Eisenstein.  En el temblor del 2017 los observadores internacionales afirmaron que "si les tocaba vivir un desastre, ojalá esten rodeados de mexicanos". Sin creer en nacionalismos baratos, y como participante en los rescates, puedo decir que si es una sociedad preparada para emergencias mortales. Me gustaría saber si también somos capaces de la renovación.

quinta-feira, 9 de abril de 2020

Este pinche desmadre del coronavirus

Hace unas tres semanas, cuando el confinamiento y distanciamiento social en la Ciudad de México ya había comenzado, un amigo andaba por mi casa para guardar un coche de otro amigo y nos pusimos a platicar en un balconcito viendo a la calle. Estábamos hablando de como afectaba a nuestros trabajos la pandemia del coronavirus, y en un momento él mencionó algo así como "''ora que acabe este pinche desmadre", y señaló la calle vacía. Inmediatamente reconocimos lo chistoso de la nomenclatura y nos pusimos a reír, y a continuar el chiste, hablando de "este pinche caos", "este relajo", etc.

Es realmente revelador lo errada que es nuestra noción de normalidad, en esta era del capitalismo tardío. La paz que se siente en la Ciudad de México, la grandísima Tenochtitlán, es probablemente algo que no se había sentido en siglos. Hay una calma muy generosa en estos momentos, un lado extremadamente suave de la crisis. Consciente de que se me puede malinterpretar como necrófilo en el sentido de Fromm, hago aquí el señalamiento de que no celebró ni los muertos, ni el sufrimiento , ni el impresionante estrés al que están sometidos los médicos en este momento.

Pero si celebro la paz y la calma. Como todas las crisis serias, estamos frente a una oportunidad de renovación y sanación social como pocas veces se han presentado, y observo que la sensación está más o menos presente en varias personas. También están quienes le tienen miedo al cambio y a la disrupción, y nos encomian a reconstruir la anterior normalidad en este momento. Es entendible. La libertad da vértigo, el cambio asusta y el paradigma cultural de la producción capitalista es estimulante para muchos. Sin embargo, aun dentro de estos paradigmas, podemos reconocer como en nuestras megalópolis la vida normal es peor que insana: es anti-vida. Por otro lado hay quienes celebran el control totalitario que una pandemia global permite, pero ese será tema de otro blog.

La normalidad en la México Tenochtitlán es un flujo turbulento y violento de millones de humanos desplazandose entre extremos del área urbanizada del Valle de México. La gente se mueve en una red marginalmente funcional de transporte público y millones de automoviles privados, donde una gran mayoría tiene que verterse en las arterias de la Ciudad a las mismas horas, las horas de la movilización del Godinato, el actual proletariado oficinista urbano. Esto es una carga en su mayoría innecesaria tanto para cada uno de los urbanitas involucrados como para la ciudad en colectivo: vivimos en una era donde una gran parte del trabajo puede ser resuelta de forma no presencial. La gente puede llegar a invertir cuatro horas diarias atoradas en el tráfico: un desperdicio de horas-laborales para cualquier capitalista, pero, más grave aun, un desperdicio de horas-libertad, horas-pasatiempo, horas-familia, horas-ocio...
Si la producción capitalista fuera realmente racional, como pretende ser (La Mano Invisible del Mercado, juar juar), estos procesos se habrían eficientado hace mucho. Esto no ha pasado por las razones "razonables" de siempre: el esfuerzo inicial no aporta ganancia, aunque los beneficios posteriores serían inmensos.

¿Podemos acaso replantear la movilidad en México en esta crisis? Yo optimistamente creo que sí. Podría ser un gran momento para que varias oficinas, públicas y privadas, cambien sus esquemas de labor prescencial  y a distancia, la rigidez de sus horarios, y la facilidad que se les da a sus Godinez para movilizarse hacia las sedes laborales. Inclusive mucha gente encuentra insano sus ambientes laborales. Tal vez suficientes horas de trabajo en solitario ayuden a estos seres.

Por otra parte también podría ser un momento para replantear los peseros, microbuses y otros curiosos transportes humanos. La renovación de flotas y establecimiento de paradas fijas se puede hacer en este momento. Incluso, si el confinamiento durara de medio año a un año como algunos estimados sugieren, podríamos construir redes de tranvía otra vez... como una verdadera ciudad moderna. No hay muchos coches estorbando en este momento.

En tercer lugar, mi favorito: es momento de que aquellos que le tienen miedo al tráfico o a la contaminación aprendan a moverse en bicicleta. La ciudad esta calmada y el aire increiblemente limpio. Para aquellos que no tengan que salir de casa estos dias, pueden tomarlo como esparcimiento. Si son de aquellos que creen en el distanciamiento social, es una actividad sana que puede disfrutarse en solitario y que los ayuda a no sentirse encerrados. Para aquellos que aun estén desplazandose a sus labores, puede ser un primer experimento. Cada converso que se gane, aporta mucho a que la movilidad de la Ciudad cambie, dado que el tráfico es un fenómeno donde cada auto más interactua con todos los demas, siendo su aporte mucho más grave al efecto total que si fuera meramente lineal.

Me gustaría que "este pinche desmadre" de la falta de trafico se quedara. Sería maravilloso que eso no volviera a la  normalidad.

(Este es un ejemplo de muchas actitudes que hemos convertido en normales por repetición, pero son patológicas. Lo uso porque a mi en particular me afecta, pero es parte del fenómeno de lo despiadado de las condiciones sociales y laborales del capitalismo tardio. )

domingo, 5 de abril de 2020

Coronavirus y como NO mentir con estadísticas.

Entre las múltiples conversaciones que leo en mis grupos de whatsapp, hay un tópico repetitivo que vale la pena contestar detenidamente. Mucha gente está convencida de que los números de la pandemia del Covid19 están maquillados, que en los paises latinoamericanos (  enfásis en el mío, México) debe de haber mucho más muertos y contagiados de las cuentas oficiales. En México ( y otros ) hemos visto actuar con torpeza al gobierno, y dado el historial que tienen de pésimo manejo de crisis, sería soprendente que confiaramos esta vez en el manejo de este asunto. Pero vale la pena mitigar un poco la crítica, o, en todo caso, encausarla a donde realmente hay que enfocarla y no desperdiciar la pólvora en falsos infiernillos.

Primer punto: los números del infectados están por debajo ( muy por debajo ) de la cuenta real. Esto no es ningun maquillaje de datos, es un proceso normal en estadística. Los medios de comunicación oficial han puesto atencion a decir que lo que están mostrando es el número de casos confirmados, no el numero de casos real. Lo que se nos presenta es un muestreo, que puede ser más o menos confiable dependiendo de las pruebas hechas y de otros datos que se presentan aun muy borrosos, tales como la expansión en poblaciones alejadas de lo urbano, o la verdadera taza de transimisión del virus. Hace un mes se estimaba que en algunos lugares (Italia, España) era buena idea estimar 27 casos por cada caso oficial confirmado. Conforme las pruebas se han extendido, el estimador ha disminuido. Aun así,  tomemos el caso catastrófico de Italia para ejemplificar, los números de contagios reales se estima entre 5 y 20 millones de personas. Aunque no lo crean, el número más alto es el optimista, no el más bajo. Esto implicaría que una gran parte de la población es bastante resistente al virus y que la taza de mortandad es muy baja al final. Además, para que una población llegara a tener "inmunidad comunitaria", sería bueno que al menos 2/3 de la gente desarrollara los anticuerpos. Para Italia esto sería unos 45 millones de personas. A falta de vacuna, la manera de desarrollar el anticuerpo es exponerse al contagio. El problema de esa estrategia, y que es justo lo que se quiere evitar usando el distanciamiento social, es que incluso con un 1% de enfermos graves todo sistema de salud, público y privado,  colapsa. Por eso es optimista suponer que hay mucho más contagiados de los que los números revelan. Si un pais quisiera maquillar las cifras para tranquilizar a la población tendría que inflar muchísimo el número de contagios. Y eso no es precisamente viable sin pruebas sistemáticas y continuas.

Segundo punto: los muertos son también mucho mas que los reportados. Digamos que esto es posiblemente cierto, pero el dato no puede estar demasiado lejos de la realidad. En el caso de México, donde una gran parte de la población vulnerable muere en hospitales públicos, es dificil ocultar sistemáticamente un gran número de decesos. Pongamos que haya mucha torpezao dolo en las actas de defunción y que gran parte de los muertos hayan sido clasificados como neumonías, diabetes u otras aflicciones que resultan en comorbidad con el coronavirus. Entonces se podría ver un pico de muertes atípicas en esos ramos, un pico que además se repetiría sistemáticamente dia con dia y aumentando de forma diaria como lo hace precisamente una pandemia nueva: exponencialmente. Eso sería extremadamente raro y fácil de detectar para cualquier grupo de actuarios interesados en revelarlo, y, dado que es en interés de los actuarios hacerlo, es soprendente que no lo hayan hecho aun. Hace un par de décadas hubiera sido mucho más fácil ocultar estos muertos, pero el ejercitio visualizador moderno lo hace extremadamente dificil, especialmente para un aparato gubernamental ineficiente, torpe y corrupto. Me parece que puede haber unos pocos muertos más al día de los reportados, pero no mucho más. Fluctuaciones esperadas en la estadística de un proceso ruidoso. En México es relativamente dificil, incluso para el Narco, ocultar decenas de muertos diarias, sistemáticamente, y en números crecientes. La gente cuenta a sus desaparecidos y no es lo mismo morir de "balazo natural" (que incentiva a los parientes a quedarse callados)  que en un hospital de una tos espantosa  y ruidosa.

Es divertido ver como la gente que no le concede al gobierno capacidad para actuar también le concede una inteligencia y poder extraordinario para mentir. Es dificil equilibrar las dos cosas: si un gobierno corrupto impone falsedades, es por fuerza, no por inteligencia, y en esta era historica eso es cada vez más evidente para el gran público. Por otra parte, una crisis como esta es "mala para el negocio, entonces mala para todos", incluyendo a los corruptócratas usuales, así que incluso ellos deben enfocar sus esfuerzos en vencerla y no en elaboradas operaciones de robo o manipulación de cadáveres del IMSS o ISSSTE.

Hay mucho que criticarle al gobierno actual de su manejo de la crisis, pero me parece que maquillar las cifras de contagios no es una de ellas. Parece ser que incluso las medidas de distanciamiento social se tomaron en mejores tiempos que en los tres casos más graves, España, Italia y EUA. La curva en México aun muestra crecimiento exponencial, sin embargo sus numeros absolutos parecen ir a un ritmo lento. Si hay un "aplanamiento de la curva", podría ser que nuestro número de contagios confirmados nuevos por dia empezara a declinar al acercarse a los pocos miles, y no a las decenas de miles, a diferencia de los estadounidenses.  Por supuesto que el número de pruebas también es un factor, y tenemos que tomarlo en cuenta. España reporta 7500 pruebas por millon de habitantes, EUA 5000, e Italia 11'500 , mientras que México ha llevado a cabo 122 por millon de habitantes.  Si suponemos que más pruebas indicarían proporcionalmente más contagiados confirmados, tendríamos en este momento unos 100'000 casos tal vez. Pero los muertos siguen sin aparecer en los numeros proporcionales. Y la enfermedad apareció posteriormente en México y Latinoamerica.  Asi que aparentemente seguimos muy atrás en el número efectivo de contagios.  Esto puede ser pura suerte, hay que aclararlo: hay factores genéticos que pueden determinar a la gravedad de una enfermadad viral y esto aun no está muy estudiado.

Los paises más golpeados hasta ahora son Italia y España, y sus números de nuevos contagios diarios comenzarón a bajar hace un siete de dias. Sus picos fueron 6500 y 8200 casos nuevos confirmados en un dia. Aunque los nuevos contagios no están aumentando, el descenso es lento y aun ruidoso. Que tanto se debe al distanciamiento social y que tanto se debe a que en realidad la mayoría de la gente ya tuvo el virus está por verse aun. México comenzó a implantar medidas de distanciamiento más estrictas en esta semana. Nuestro número de contagios confirmados sigue al alsa, con 178 al momento de escribir estas lineas, con una población que 20% mayor a la  sumada de España e Italia y con condiciones laborales muy precarias para que la mayoría de la población pueda realmente recluirse un mes en su casa. Para la clase precarizada laboral de las grandes urbes mexicanas, esto no es viable. El Virus, como fenómeno global, puede darnos una lección dura pero entendible: los modelos sociales que estámos manejando son inviables y la corruptocracia no es una forma de gobierno. La mano invisible del mercado tampoco está aportando soluciones. Me parece que será la adaptabilidad social y cultural de sociedades como la mexicana y similares las que muestren una pauta a seguir: acostumbrados a no confiar en las instituciones gubernamentales, especialemnte en situaciones de emergencia, los "tercermundistas" actuamos de forma crítica, ágil y solidaria. Los observadores internacionales del temblor del 2017 pudieron confirmar esto anteriormente: los medios de chismes y desinformacion (Whatsapp, Facebook, Twitter) fueron tomados por grupos de organización de información, acción, apoyo y solución (Verificado19S, Seguimos19S, BicisNarvarte, etc). Hay gente en mis chismecanales digitales que está pensando en una hambruna por desempleo si la crisis se prolonga. Permitanme decirles: esto no es Stalingrado durante la segunda guerra mundial. Somos perfectamente capaces de evitarlo, e incluso de mejorar la vida "normal". De eso escribiré más adelante.

PD: el título es un homenaje al libro de Darrel Huff de 1954,"How to lie with Statistics". Es muy ameno y fácil de leer, incluso sin que a uno le gusten las matemáticas y da buenos tips para no engañarse por promedios fáciles.