quinta-feira, 5 de setembro de 2019

Odio a la UNAM, adendo.


La doctora  Lorena María Durán Riveroll publicó esta historia a través de fb. Es una más de aquellas formas en que la UNAM está infectada hasta el fundamento por la cultura de la corrupción y el abuso del poder del fuerte sobre el débil. De todas las historias que conozco esta es una de las más grandes y más recientes. Urgo al lector a ver el texto original, del que, para que quede una copia al alcance, pongo aquí integro sin editar.


Esta es la situación en la UNAM y el fracaso del "Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género"
Agradezco que compartan.
Carta abierta
Dr. Enrique Graue Wiechers, Rector
Dr. William Lee Alardín, Coordinador de la Investigación Científica
Dra. Mónica González Contró, Abogada General
A la opinión pública y los medios de comunicación
El día de hoy, 30 de agosto de 2019, fue mi último día como catedrática del CONACYT en la UNAM. Pero antes de irme de la ciudad, es indispensable que informe de las circunstancias de mi partida, por mí, por mi hijo, mis colegas, amigas y, sobre todo, por mis estudiantes mujeres.
Para ingresar como catedrática al Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML), se me exigió, de manera irregular, que propusiera un proyecto. Éste debió ser propuesto por los investigadores proponentes, pero no fue así. El proyecto que envié fue revisado, corregido y aprobado por el Consejo Interno y por el Consejo Técnico de la Investigación Científica (CTIC). Es decir, mi compromiso laboral era en ese proyecto.
Sin embargo, el Dr. David Uriel Hernández Becerril, “Responsable Técnico” (RT) del “Proyecto Institucional” de la cátedra, nunca se informó acerca de las Cátedras CONACYT. Ignorando lo acordado por el Consejo Interno del ICML y el contenido de mi proyecto, decidió que yo había sido empleada como su técnica y para que revisara muestras de hace 10 años. En la primera semana me dijo directamente: “no cuentes con un centavo de mi presupuesto para tu proyecto”. Lo acepté como un reto, pensé que me las podría arreglar y que en la UNAM mi trabajo y mis resultados hablarían por mí.
Durante estos tres años usé los fines de semana y vacaciones para ir por muestras y establecer cultivos, ya que David no me daba autorización para ir a Veracruz, que era el sitio de recolección que yo podía costear con mi salario. Actualmente tengo un cepario con más de 100 cultivos monoclonales de dinoflagelados, algo que nadie ha tenido en este Instituto. He publicado siete artículos arbitrados, tres capítulos de libros, una tesis de licenciatura y tengo cuatro más en proceso y una de maestría, además de un proyecto de Ciencia Básica aprobado. Todo lo hice sin apoyo, sin dinero. Colaborando con otros institutos de la UNAM, del país y del extranjero.
David Uriel Hernández Becerril es conocido como “el doctor acosador” en todos los círculos de la investigación sobre fitoplancton y entre la población estudiantil del Posgrado en Ciencias del Mar y Limnología, del que fui profesora durante tres años. Por esta fama, cuando yo era estudiante de doctorado nunca acepté salir con él, a pesar de su insistencia. No le acepté ni un café, y eso, evidentemente, tuvo consecuencias negativas para mi. Él tiene una larga lista de mujeres violentadas y acosadas, con demasiado miedo para hablar. Basta ver lo que me ha sucedido a mí por atreverme. Tres mujeres lo denunciamos ante la Unidad para la Atención y Seguimiento de Denuncias
Dentro de la UNAM (UNAD) por acoso sexual y hostigamiento laboral, y tres estudiantes más enviaron cartas a la directora, Dra. Elva Guadalupe Escobar Briones, en las que narran cómo fueron testigos de sus intentos de besar a la fuerza a una estudiante durante el crucero en el buque oceanográfico El Puma, en la expedición del 13 al 24 de abril de 2018; cómo muestra diapositivas con contenido sexual al finalizar sus clases; cómo hace comentarios inapropiados sobre el cuerpo de las y los estudiantes y cómo abraza y “masajea” a estudiantes mujeres en espacios académicos como los desayunos de los miércoles en los jardines del ICML.
Desde diciembre de 2016, Adela Monreal, secretaria académica del ICML y Elva Guadalupe conocen esta situación de hostigamiento por parte de David, y ambas coincidían en que él tenía un problema personal conmigo. Lo comentamos varias veces, y Elva me dijo que nunca estuviera con él a solas. Que no le permitiera volverme a faltar al respeto. Pero después me envió oficios (los cuales pongo a disposición) en los que me decía que estaba obligada a trabajar en su laboratorio. Es decir, estar a solas con él. Además, nunca iniciaron el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género, el cual -lo sé ahora- debió haber sido iniciado desde el instante en que ellas dos, autoridades del ICML y de la UNAM, supieron del hostigamiento al que David me sometía violando lo establecido en el artículo 1° constitucional, en el que se establece que se debe privilegiar la aplicación de la norma que brinde la mayor protección a la persona y que es citado en el mismo Protocolo de la UNAM.
Píndaro Díaz Jaimes, jefe de la Unidad de Ecología y Biodiversidad Acuática, también conocía la situación. Cuando le dije que David me había acosado y ahora me hostigaba por no haber aceptado sus invitaciones y no hacer trabajo de técnico, su comentario fue: “Te entiendo perfectamente, tengo tres hijas. Y ni modo, son las cosas que las mujeres tienen que aguantar”.
William Lee, Coordinador de la Investigación Científica, quien se negó a recibirme por meses, cuando al fin me dio audiencia y le expliqué lo que ha sucedido, me dijo: “Es una pena, perderemos dos proyectos. Pero ya no hay nada que hacer”.
Enrique Graue, rector de la UNAM, a quien envié una carta pidiendo apoyo y explicando la situación, me mandó de regreso a interponer denuncias ante la UNAD, y de esta manera, volver a un círculo sin fin.
Como parte de su hostigamiento, David me dijo en varias ocasiones que yo no sería capaz de realizar el trabajo, que no podría sin él, sin su apoyo y que me convenía más dejar mi proyecto (ese que me exigieron para entrar al Instituto) y trabajar para él. Subrayo: para él. No para el CONACYT, que es mi empleador y quien paga mi salario, no para el proyecto comprometido y aceptado, sino para él. Me dio instrucciones de esperarlo afuera de su oficina hasta que llegara, para que me dijera qué tenía que hacer.
Pero no lo hice.
Después de dos años de soportar el hostigamiento que inició con David y que después se convirtió en violencia institucional, y de haber cumplido prácticamente con todos los objetivos del proyecto, David, Elva y Adela, firmaron la opinión institucional en la que dicen que no me he “logrado integrar con los investigadores que solicitaron la cátedra para atender las necesidades…”Así se asentaba oficialmente que yo no había logrado trabajar con un hostigador cuyas necesidades, ahora avaladas por las autoridades del ICML, eran que trabajara como técnica. Y destaca que “desde su llegada al ICML se le apoyó con espacios e infraestructura de los laboratorios de los Drs [sic] Díaz y Hernández [sic] así como en el laboratorio de usos múltiples, espacios para la docencia y para su trabajo personal, de manera similar al que se le ofrece [sic] a cada uno de los académicos contratados por la UNAM”. Pero no tuve acceso a un laboratorio apropiado para mis muestras hasta después de ocho meses de trabajo. Argumenté todas las razones técnicas por las cuales el laboratorio de David no era el adecuado y todas ellas fueron ignoradas al igual que el hecho de que David me había hostigado. Tampoco podía aceptar trabajar con quien tocó y “masajeó” a mi estudiante cuando fue a trabajar en su microscopio, además de que le ofreció dinero, becas y viajes para que hiciera su tesis con él y no conmigo. El acoso a mi estudiante sucedió incluso frente a todos, durante los desayunos del jardín del ICML que se realizan los miércoles, en los que, cuando yo no estaba presente, la abrazaba y tocaba sin el consentimiento de ella, quien también lo denunció en la UNAD.
Desde enero de 2019, Adela y Elva dieron órdenes directas de que no se registrara mi huella para acceder a mi centro de trabajo, que no se me apoyara ni con un cable, si no era a través de mi agresor. David tenía que pedirlo por mí. Y eso no iba a suceder.
Desde entonces no me contestaron un solo correo, un solo oficio, violando sus obligaciones como servidoras públicas establecidas en el artículo 7 de la Ley General de Responsabilidades Administrativas y mi derecho a una vida libre de violencia establecido en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Sin embargo, gracias al apoyo de investigadores del mismo instituto, quienes reconocieron la injusticia que se cometió en mi contra, pude continuar mi trabajo. Gracias a investigadores de la UNAM que saben que la violencia de género existe y es un problema que hay que erradicar.
¿De qué sirvió Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM? Después de las tres denuncias y las cartas de testigos, la directora, Elva Escobar, solo le impuso una amonestación a David, quien continuará acosando estudiantes, ahora con más tranquilidad, sabiendo que sus actos no tienen consecuencias.
Interpuse una denuncia ante la UNAD por hostigamiento laboral contra Elva que está perdida, porque nadie me da información sobre ella, aunque es un
derecho jurídico básico que se le informa a la persona denunciante sobre el proceso. El Lic. Rubén García Zepeda, del despacho jurídico de la CIC, encargado de darle seguimiento, no recibe mis llamadas. De cualquier forma, yo seguiré llamando.
Esto es lo que sucede en la UNAM. Para esto sirve el Protocolo. Así protegen a las mujeres de la violencia.
Ahora el CONACYT me ha reubicado en otro Centro de Investigación, después de revisar mi informe de actividades y determinar que es satisfactorio, que he trabajado y producido adecuadamente. El ICML así ha perdido dos proyectos: la cátedra y el proyecto de Ciencia Básica. Pierde el ICML al conservar a una persona que violenta a estudiantes e investigadoras, pierde el posgrado que protege a un profesor y asesor que no provee de un ambiente académico donde las estudiantes puedan desarrollar todas sus capacidades, pierde la UNAM, cuya estructura, una vez más solapa a un agresor. Pero, al parecer, no es la investigación ni la educación lo que les importa en realidad.
Lorena María Durán Riveroll
Cátedra CONACYT