domingo, 25 de novembro de 2018

De su amigo, al Comité Invisible

Como científico he sentido este extraño y abundante desprecio a mi persona como representante de un gremio de la actividad humana. Lo he sentido de la población en general, pero también de amigos cercanos. Nos desprecian por lo que sabemos hacer. Es un poco raro: uno no desprecia a un médico por su conocimiento, o a un taquero por su destreza en la parrilla.. pero a un científico se le desprecia porque sabe medir, sabe calcular, sabe promediar y resumir. Se nos adjudica una falta de conciencia y sensibilidad porque sabemos hacer algo muy difícil y que requiere una sensibilidad y conciencia al menos tan desarrollada como la de un artista o escritor (mi opinión sesgada es que mucho más). Lo más grave de eso es que esas actitudes no vienen sólamente de retrógradas neoconservadores, que celebran su ignorancia y la del pueblo, sino de gente de pensamiento tan vanguardistas que la palabra izquierda no les hace justicia.
En particular, me dirijo al Comité Invisible, para acusarlos de esa actitud.

Su libro,  "A nuestros Amigos", es una magnífica exposición de la situación de rabia contra los gobiernos y sus anexas, los poderes fácticos. Es mucho más que una exposición, es un análisis, una propuesta, y una llamada a la acción y a la esperanza.

Por eso me parece pertinente señalarles que cometen un terrible error al alienar a mi gremio en el primer capítulo. Creo que no es por mala fe, sino por ignorancia. O mala estadística, puede ser... ¿les molesta esa palabra? 

Bien.

En el primer capitulo, en la segunda sección, "que la verdadera catástrofe es existencial y metafísica", el hilo general del argumento es correcto. Pero no voy a dejarles pasar su contraproductiva ofensa. Ustedes parecen despreciar a quienes trabajamos en aquello que ustedes desdeñosamente llaman "medir". Transcribo (los énfasis son de ustedes, no míos):

"Calcula la velocidad a la que desaparecen las masas de hielo flotante. Mide el exterminio de las formas de vida no humanas. No habla desde el cambio climático desde su experiencia sensible: tal pájaro que ya  no vuelve en el mismo  periodo del año, tal insecto cuyas estridulaciones ya no se escuchan. Habla de todo esto con cifras, promedios, científicamente [...]Observa la rarefacción de la vida terrestre desde el espacio."

¿Con que idiotas han estado ustedes hablando y tomándolos por representantes del pensamiento y actuar científico? No es así como vivimos las cosas, no es así como las percibimos, y ciertamente no es así como las comunicamos (aunque nos falta ahí mucho por aprender). ¿Es acaso que ustedes, por su ignorancia del acto de medición, que lo descalifican? Parece eso a todas luces. Cuando nosotros hablamos de esos temas lo hacemos con toda la fuerza de la experiencia sensible: estamos en esos  temas porque nos afectan profundamente, sabemos medir porque sabemos que es el acto que necesitamos. Los promedios, las estadísticas, son sentidos, como el tacto, el oido, el gusto, que nos permiten a nosotros empatizar, sentir los sucesos...

Yo soy montañista pero ya no lo ejerzo. Yo ví con mis ojos desaparecer los glaciares de la Iztaccihuatl. He visto desaparecer los bosques y pantanos alrededor de la Ciudad de México. Yo se que quiere decir 68% de especies extintas. Si a ustedes les parece muy emotivo percibir la ausencia de un pajarito, a nosotros nos parece doloroso hasta la depresión suicida saber que son cientos de miles de especies las ausentes con el canto de ese pájaro enmudecido. Nosotros lloramos en nuestras pláticas, congresos, discusiones. Perdemos el sueño. Estamos luchando esa misma guerra que ustedes, y esas cosas que ustedes critican son nuestras armas. El Cálculo. La Medición. Son nuestra conciencia extendida, poderosa, certera, y muchas veces, amorosa, las mejores veces, indómita, pues la conciencia, con la facultad de medir desarrollada, es incisiva, crítica implacable del Estado-de-Todas-las-Cosas, imposible de callar por más de una generación, a veces, ni siquiera por una semana.

No son los primeros que escucho o leo levantar esa voz. Siento que han sido ustedes privados de ese poder sensible por sus profes de escuela, por el mismo mundo televisado que quieren derribar. Sin darse cuenta se alían de facto con los republicanos evangélicos norteamericanos, con los libreempresarios méxicanos, con los desmanteladores del pensamiento crítico del partido comunista chino. Han perdido un sentido como la vista, y critican a quienes lo tenemos más desarrollado. ¿Es envidia o es condicionamiento?


Nosotros, los medidores, somos palpablemente y estadísticamente (por supuesto, con una distribución amplia) anticonformistas, antiautoritarios, antitodo.  Cuando sientes las cosas tan masivamente como nosotros, no te queda de otra.

La ciencia, zoquetes, abre los ojos, los oidos, las narices. Dejar su ejercicio técnico y aplicado a los gobiernos, a los empresarios, a los narcotraficantes, es darles la ventaja abrumadora para las luchas que siguen.  Educa a tus hijos a despreciar las medidas, para que cualquiera lo pueda engañar. Para que sea ese humano insensible, sin capacidad crítica, sin poder ver más allá del titular de noticias de izquierda o derecha, sin comprender la ausencia de privacidad masificada en la "ciencia de datos y big data" de facebook y google, en que quiera un coche sin entender las consecuencias, en que su meta en la vida sea un horno de microondas (oh misterioso aparato) y la comida depredatoria y antinutritiva que lo complementa. 

Le están dejando ese poder al enemigo, y  desgraciadamente, lo va a usar. Porque nosotros también somos humanos, imperfectos, corruptibles, y también tenemos hambre... y hemos pasado siglos advirtiendo el rumbo de las cosas, avisándoles que está situación se estaba desarrollando,  y que tiene consecuencias que son (¡oh, lo siento mucho!) nada metafísicas o existenciales, sino medibles. Podemos calcular y prever donde ocurrirán esas crisis que nos acosan. Podemos estar un paso adelante si leemos los datos.
Podemos estar preparados, para buscar los puntos endebles en cualquier sistema, si nos dedicamos a ello.

Y eso es importante. Pero para darse cuenta de eso hay que, si no bien saber medir como los campeones, al menos escuchar a los que saben hacerlo con un poco de atención. Son sus amigos.