Hay una especie de anécdota-argumento que se usa muchas veces para demostrar cómo progresamos gracias a que la Ciencia tiene un punto de vista más general, más abierto y mucho menos ombligocéntrico que el teníamos en eras científicas. La anécdota va más o menos así.
Cuando Galileo estaba siendo en juicio por sus descubrimientos y sus libros, un funcionario de la Iglesia (no se si era un inquisidor, o un doctor de la iglesia), refutó que hubiera lunas en Júpiter porque no eran visibles para el ojo humano desnudo, y por lo tanto no eran útiles ni para navegantes ni para fines calendáricos, por lo tanto Dios no las hubiera puesto ahí por ser inútiles. Creo recordar que leí esta anécdota en algún libro de Carl Sagan o de Asimov, claro, con toda la intención que tenía, de ridiculizar la postura cerrada antropocéntrico de la Iglesia Católica, y con ello estoy de acuerdo. Me parece que el texto quería implicar además que gracias al procedimiento científico, a la Ciencia, hemos superado ese error.
Tengo aquí un libro que se llama "Scientific American Reader" y es de 1954. Es un libro de divulgación de lo que era la punta de la Ciencia en aquellos años. Los ensayos que lo componen fueron escritos entre 1950 y 1953. El libro es muy interesante, y no es de divulgación fácil, pues es técnico y requiere un lector ligeramente acostumbrado a razonamientos de física o ingeniería. Lo componen varias secciones, y, en la primera, la de Astronomía, el último ensayo es sobre Radioastronomía, de ACB Lowell. Voy a traducir libremente un párrafo que se encuentra en la primera página:
"Hasta hace unos 20 años, la única ventana que teníamos hacia el Espacio era la región visual del espectro electromagnético. Sabíamos que nuestra visión estaba algo obscurecida por el polvo y vapor que tapaban la luz estelar, pero parecía improbable que el Espacio Exterior tuviera secretos que nuestros grandes telescopios ópticos no pudieran revelar eventualmente."
¿No les parece genial? Un científico de la Era Atómica revelándonos como creían que, básicamente, el pequeñísimo rango de la visión humana era suficiente para revelar los secretos del Universo. Claro, con Telescopios, porque ya no estamos en la Edad Media (cof, cof, el juicio de Galileo fue bien entrado el Renacimiento). En defensa de la absurda postura, no estoy seguro si en aquel entonces sabían que otros animales tenían otros rangos visuales, pero, de todas formas, no ignoraban que el espectro visible es una parte muy pequeña del espectro electromagnético. Ya se conocían los rayos equis... y el profesor Lowell fue parte del equipo de Gran Bretaña durante la Guerra, justamente en el área de radares.
Digo. La Historia no se repite, pero rima.